Quien ha tenido el placer de conocer el norte, Jujuy, entenderá la forma de vida de este ser humano que con todas las necesidades dedicó su vida a hacer un cambio para los demás.
Quien ha realizado un evento solidario, sabrá que al primero que ayuda es a uno mismo, porque la satisfacción de poder hacer algo por alguien, no tiene precio… la sensación es tan linda…
Buscando mujeres emprendedoras para contar historias, en un blog nos encontramos con esta historia y cientos de comentarios que me dejan tranquila sabiendo que humildemente desde mi lugar difundir su accionar es un aporte que entiendo puede generar una oportunidad para Rosario en la Puna Jujeña.
Como siempre digo, “Uno nunca sabe”… y quizá un día pueda visitarla y contarles mi propia historia, hoy, sólo me remito a transcribir la historia que ella cuenta en su fundación.
Felicitaciones Rosario
Mujer nacida en Puesto del Marqués, en la Puna argentina, muy cerca de la frontera con Bolivia, vivio allí, en la casa de sus abuelos maternos quienes le enseñaron valores que aún hoy dice le ayudan a decidir sobre su vida actual. “Si no tenemos eso hija, si los perdemos, no tendremos ni para comer”.
Cuando tenía ocho años se fueron a vivir a Mina Pirquitas, cuando terminó la escuela primaria trabajo de sirvienta, pero extrañaba mucho a su gente, su tierra y un día volvio a Pirquitas.
Conoció a su esposo, que trabajaba de minero, y tuvo su primer hijo a los 19 años. Al ir cerrando las minas se trasladaron de una mina a otra, hasta que llegaron al pueblo de Abra Pampa, donde su padre tenía una casa, pero ambos estaban sin trabajo.
Parecía que la única salida que les quedaba era que su marido se fuera lejos, pero sufrían mucho, no querían separarse. No veía futuro para sus hijos, y la única salida que les quedaba era irse a vivir a otro lado, lejos, porque no había trabajo en la Puna.
Entonces comenzó a pensar que había que hacer otra cosa, que así no podían seguir viviendo, que si continuaban así iban a terminar muriéndose de hambre. Y un día llamo a un grupo de diez mujeres que ella conocía y que estaban en la misma situación y decidieron unirse para pelear juntas para salir adelante. Estaba convencida que la salida debían construirla ellas, que no debían seguir esperando que alguien de afuera los viniera a salvar. No sabían bien qué hacer, ni por dónde empezar.
Este pequeño grupo de mujeres se reunía en una casa, en una habitación pequeña, íban con sus niños porque no tenían donde dejarlos, hablaban de sus problemas, de sus tristezas y soñaban con un futuro mejor. En esos primeros momentos, fue muy importante sentirse unidas, saber que no estaban solas, escucharse unas a otras, eso las fue fortaleciendo en la construcción de una esperanza.
Finalmente constituyeron su propia organización: le pusimos de nombre Warmi Sayajsunqo, que en la lengua quechua de sus abuelos y significa mujer perseverante. Poco a poco se fueron arrimando más mujeres y en unos meses ya éramos 320 socias.
Pronto se dio cuenta que solas no íban a poder conseguir recursos, era preciso encontrar ayuda técnica. Cansada de ver técnicos que iban a la Puna, que no los entendían, iban con sus ideas y trataban de imponerlas. No estában de acuerdo con las soluciones que les proponían, querían decidir acerca de lo que había que hacer para mejorar sus vidas.
Rosario salió a buscar gente que los pudiera ayudar que los respetara y escuchara.
Buscó a unos técnicos que conocía de antes, cuando trabajaba en Oclade, con ellos habían conversado mucho acerca de los problemas que vivían en la Puna y de lo que pensában que debía hacerse para lograr cambiar las cosas para poder vivir mejor en el futuro. Los vio trabajar, entonces les tenía confianza y los ayudaron a escribir sus sueños en forma de proyectos, para poder solicitar apoyo económico.
Muy preocupadas por La salud, pues veíaN que las mamás se enfermaban y se morían porque no tenían quien las atienda, y cuando se iban, quedaban muchos niños solos, sin nadie que los cuide.
En uno de mis viajes, se encontró con un médico que conocía de muchos años atrás, un buen Doctor, a quien le contó de la muerte de su tía y de otras mujeres por cáncer de cuello de útero. Lo invitó a trabajar con ellas, y aceptó de igual manera que los anteriores: en forma voluntaria.
De esta forma, iniciaron su camino, durante el primer tiempo fue muy duro, pero de a poco, pudieron ir concretando sus primeros logros: construyeron su primer sede, se fueron capacitando en el manejo de la asociación, atendieron a miles de mujeres sobre problemas de salud reproductiva y tantas cosas más que les permitieron aumentar la confianza en que si era posible –si se unían y trabajaban organizadas- modificar su situación.
Comenzaron a visitarlas, personas que se interesaron en su trabajo que querían ayudarlos. Entonces se pusieron a trabajar junto a técnicas/os para elaborar una propuesta grande en la cual pudiéran incluir a muchas comunidades indígenas que vivían aisladas, sin apoyo de nadie. Durante varios meses, visitaron una por una las comunidades y se reunieron con todas las familias para contarles que teníamos la posibilidad de recibir un apoyo financiero importante que les permitiera salir adelante. Escuchamos sus problemas, sus necesidades, las ideas que ellos tenían para resolverlos, y los sueños para el futuro. Con toda esa información, trabajaron largos meses hasta que lograron elaborar un programa de desarrollo para la Puna.
Para lograr la verdadera participación de los habitantes de la Puna, las Warmi crearon un sistema económico aborigen compuesto por (a) el Sistema Microfinanciero Warmi: arma un Banco en cada una de las 80 comunidades, que es administrado por la propia comunidad; (b) las Empresas Aborígenes que arman clústeres estratégicos: -gasolinera, cyber satelital, restaurant, empresa de artesanías, barraca para acopio, extracción de oro, curtiembre, cría de truchas, producción de sal, entre otras-, (c) la Escuela de Empresarios Aborígenes que otorga a capacidades gerenciales sin perder la identidad, y (d) el Sistema de Incubación Participativo, que promueve una marca regional y la comercialización conjunta. El sistema se maneja por consenso y según los valores de la cultura andina, y se sostiene con casi 400 voluntarios.
Asociación Warmi Sayajsunqo
Abra Pampa, Jujuy
Contacto: Agustina Roca